BENJAMIN SOLARI PARRAVICINI

Cuando digo “sin explicación” no incluyo a las ciencias que están más allá de las estructuras oficialmente reconocidas en Occidente. Los estudiosos independientes tampoco pueden proveernos todas las respuestas que esperamos, pero por lo menos no se autolimitan.
Hoy existe un debate silencioso, disimulado, tembloroso, entre investigadores “formales” dedicados al estudio de las capacidades parapsíquicas del ser humano.
Oriente puede decir mucho al respecto. Precisamente de ese sector del mundo nos ha llegado el grueso de la información que poseemos en Occidente.
Pero como no es tan sencillo asumir que nuestra cultura es muy adolescente y cerrada, llena de gestos autosuficientes y desprecio casi absoluto por lo que está más allá del “conocimiento” aceptado, ocurre que aun contando con abundantes datos continuamos dudando de la existencia de ese aspecto tan sensible y potencialmente “revolucionario” de nuestra humana naturaleza.
Los fanatismos han provocado y generan enfrentamientos encarnizados y hasta homicidios. Las noticias, a diario, nos imponen de esta tragedia que parece no tener fin. Todo surge del egocentrismo exacerbado de individuos o grupos, incluso pueblos enteros, que no admiten más conceptos que los propios.
Así se ha escrito la historia y hasta hoy todo sigue igual, como si los avances tecnológicos y los grandes descubrimientos científicos de los últimos cincuenta años no influyeran para nada en la evolución de la raza.
En este terreno ocurre exactamente lo mismo. Se enfrentan teorías y hasta filosofías, cuando no religiones, intentando hacerse del monopolio del “conocimiento”; para difundir su única versión, por supuesto sin discusión del tema, como si la verdad fuera un títere que se pudiera controlar según los intereses o caprichos de un determinado sector.
En algunos países de Oriente miles de niños son iniciados en el aprendizaje de los “misterios” de la naturaleza, sin estar sometidos a ninguna presión ni resistencia desde los estamentos científicos. Es que en esas regiones del planeta existe una conciencia milenaria de la que nosotros carecemos, situación que nos pone en impresionante desventaja a la hora de los resultados.
Partiendo de una base equivocada es imposible alcanzar una meta certera.
Benjamín Solari Parravicini fue un hombre que en un determinado instante de su vida sintió que en su interior se abría una puerta invisible que lo conectaba con otro lado de la realidad. Quizás llegó a eso por mérito, a consecuencia de una búsqueda voluntaria o por bondad divina, mas lo cierto es que a partir de entonces su existencia cambió radicalmente...
Benjamín Solari Parravicini, el gran profeta argentino del siglo XX, nació el 8 de Agosto de 1898. Según cuentan, de pequeño solía decir que tenía por amigos a seres nada convencionales, tales como hadas, duendes y hasta ángeles, lo que alarmó a su padre, que era psiquiatra, quien decidió someterlo a rigurosas observaciones médicas en prevención de alguna enfermedad mental, temor que fue totalmente disipado por los felices resultados de las pruebas. Fue más o menos en esa época que Benjamín Solari Parravicini, “Pelón”, como afectuosamente le llamaban sus familiares y amistades, predijo la Primera Guerra Mundial.
Al entrar en la juventud, quizás intentando apartar de su mente las inquietudes propias de sus capacidades tan extraordinarias, Benjamín se entregó casi de lleno a las diversiones, provocando gran disgusto a su familia. Probablemente haya modificado su actitud cuando tenía treinta años o poco más, a consecuencia de un hecho que lo habría impactado profundamente. Al parecer, una noche fue sorprendido por un poder desconocido que lo habría impelido a escribir, velozmente y con gran desorden, hasta muy avanzada la mañana, infinidad de mensajes que aparentemente le eran dictados por esa fuerza inesperada.
Después de ese incidente, Parravicini se despertaba en ocasiones por las noches y se dedicaba frenéticamente a sus “garabatos”, para luego acostarse nuevamente como si nada hubiera sucedido. En realidad se trataba de símbolos o dibujos con alguna leyenda explicativa, incluyendo a veces hasta nombres y descripciones. A estos dibujos se los denominó Psicografías. Al principio le parecieron incoherentes esos dibujos y textos, por lo que decidió destruirlos, hasta que un día comprendió que se trataba de predicciones y cambió de actitud, conservando a partir de entonces la mayor parte de sus psicografías.
Una de sus predicciones más impactantes fue la del suicidio de Alfonsina Storni. Una noche, en 1938, se despertó fuertemente perturbado, rodeado de un agudo aroma a mar y algas, mientras oía una suave voz femenina que le hablaba. Él se puso a volcar nerviosamente al papel lo que escuchaba, hasta que al final escribió: “Alfonsina Storni, Mar del Plata, Octubre de 1938”. En ese preciso instante la gran poetisa se suicidaba, a cientos de kilómetros de distancia, adentrándose en el mar...
Pelón no sabía dibujo ni pintura, pero un día su ángel o voz interior le dijo que aprendiera a pintar. Sin dudarlo aceptó la sugerencia y al poco tiempo tenía en su casa varias telas, pinceles y demás elementos indispensables para enfrentar su nuevo desafío. Se dedicó con esmero a cumplir esa meta, tanto que llegó a obtener varios premios internacionales y hoy su obra artística se encuentra en varias colecciones privadas europeas y en el castillo real de Bélgica.
Si bien provenía de una familia muy acomodada, Benjamín prefirió manejarse como cualquier hijo de vecino. Con esa filosofía buscó y logró el puesto de encargado del Salón de Arte del Banco Municipal, que atendió durante varios años. Se cuenta que solía entregar sus dibujos a cambio de un almuerzo o cena o simplemente alguna bebida en cualquier fonda o bar de su barrio. Vivía en San Telmo, más precisamente en México y Tacuarí, apenas en lo que podríamos entender como un desván, lejos de las comodidades a las que estaba acostumbrado.
Creo responder a mucha gente que pregunta al respecto, agregando que Benjamín era pariente del famoso cómico Florencio Parravicini, con quien además mantuvo una fuerte y constante amistad.
Pelón vivió la primera parte de su existencia en la mansión de los Solari Parravicini, heredada por su madre en 1918. Dicha casona se erigía en un terreno ubicado en la zona Norte del Gran Buenos Aires, en Olivos o Vicente López, que constaba de siete hectáreas cercanas al río rodeadas de árboles. Se han escuchado rumores de fenómenos típicamente paranormales registrados en ese lugar durante casi treinta años, que habrían demandado intervención policial en más de una ocasión, pero como no tengo documentación probatoria de tales hechos prefiero hacer mención de los dichos sin dar más detalles.
Parravicini hizo infinidad de predicciones para Argentina y demás países del Cono Sur. Como podremos observar en las ilustraciones, mencionó al “hombre gris”, que es motivo de especulaciones en Argentina desde hace mucho tiempo.

Nuevo sol. Nueva luz.
El árbol seco de la Argentina sabrá de una era de nueva lluvia. Llegará hacia su suelo la bendición luego de luchas serias(,) de encuentros y desencuentros(,) de soberbios en gritos y de gritos vencidos(.) Llegará(n) tres jefes y dirán. No serán(,) mas después serán en fuerza y verdad. Ellos llamarán al hombre a ser y éste será. Él será un hombre gris.
(Año 1938)
El texto de esta psicografía fue mal interpretado y por ello publicado con error, de tal manera que en vez de hombre gris, se leía hombre de gris. La confusión, según dicen, dio lugar a situaciones que podríamos considerar cómicas, si no fuera que las personas involucradas eran bastante importantes y no tenían interés en hacer reír a nadie. De acuerdo a esos rumores, varios políticos argentinos se habrían sentido tentados a encarnar al “hombre de gris”, adoptando para tal fin en sus ropas el color supuestamente señalado en el texto. Esto habría acontecido a poco de retornar el país a la democracia después del último gobierno militar.

La Argentina tendrá su “revolución francesa”, en triunfo, puede ver sangre en las calles si no ve el instante del “hombre gris”.
(Año 1941)
Supongo que la publicación de esta segunda psicografía que cita al hombre gris tiene que haber ayudado, con su texto más legible, a despejar las dudas que provocara la primera, lo que habrá incidido bastante en los guardarropas de varias personas...
Benjamín Solari Parravicini predijo la aparición y posterior destrucción del muro de Berlín. Contra toda lógica y a pesar del descreimiento de la mayoría, acertó vaticinando la caída del comunismo en la ex Unión Soviética.
Mi propósito en esta oportunidad no es publicar ni analizar las psicografías, por eso he incluido solamente dos muy puntuales y apenas me he referido a otras para ofrecer una idea más o menos cercana de la naturaleza de las mismas. Existen publicaciones de varios autores que muestran en sus páginas gran parte de la producción profética de Parravicini.
No sabemos con certeza el número de psicografías realizadas por este hombre tan especial, pero de seguro debe superar el medio millar, habida cuenta de que tan sólo en poder de Pedro Romaniuk, su único discípulo con vida en la actualidad, existen más de cuatrocientas.
Pelón decidió transmitir sus experiencias y técnicas a dos discípulos en especial, los profesores Alejandro Erú y Pedro Romaniuk. Alejandro Erú, nacido en 1916 y fallecido en 1969, fue el depositario, desde 1934 hasta su partida, de gran cantidad de psicografías firmadas por Benjamín Solari Parravicini, las que estuvieron celosamente guardadas con el objeto de preservarlas hasta que fuera oportuna su difusión. Al morir Erú, un ayudante suyo, de nombre Gorki C., asumió la responsabilidad de custodiar las psicografías, haciéndolo con lealtad y absoluta reserva hasta su fallecimiento. “Kity”, la esposa de Gorki, al fallecer éste y cumpliendo un mandato del mismo, se apersonó ante Romaniuk y le hizo entrega de las psicografías para que fueran publicadas.
Tiempo después Pedro Romaniuk publicó su libro “Cono Sur, faro de luz en el mundo”, con un apéndice que bajo el título “Profecías Secretas de B. S. Parravicini”, incluye muchas de las psicografías rescatadas. He tenido la oportunidad de colaborar estrechamente con el autor en la elaboración de esa obra.
Para cerrar este artículo debo aclarar que existen versiones no siempre coincidentes respecto de lo que podríamos considerar la “herencia espiritual” del profeta argentino, al extremo de sostener algunas personas que Benjamín Solari Parravicini nunca tuvo discípulos. Como no estoy en condiciones de documentar ni lo uno ni lo otro he decidido, respetando la posición de quienes opinan diferente, volcar en estas líneas los datos que sobre el particular me ha facilitado personalmente D. Pedro Romaniuk, los mismos que constan en el libro citado precedentemente.
Mi gratitud más profunda al pintor bonaerense Hugo Alberto Ailup, por haber acompañado este trabajo con su retrato de Benjamín Solari Parravicini.
José Eduardo Marini
(Desde Buenos Aires, Argentina)
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