miércoles, marzo 19, 2008

¿ EXISTEN O NO ?

Paul Hellyer, ex ministro de Canadá, ha efectuado una convocatoria a todos los gobiernos del mundo para que desclasifiquen la información que poseen sobre naves extraterrestres que se habrían accidentado en nuestro planeta...

Por un lado las clásicas risitas bobas, propias de esas personitas que prefieren burlarse de lo desconocido en vez de indagar al respecto. Y por el otro, los ojos desmesuradamente abiertos de quienes desean creer en vez de comprobar. Ambos aspectos de un mismo perfil de ser humano que no aporta absolutamente nada al esclarecimiento de ciertos enigmas.

Ni lo uno ni lo otro, prefiero en cambio mantener mi mente abierta y receptiva, analizando las informaciones con criterio racional y vocación de hallar la verdad. A partir de ese punto de mira comencé a redactar este artículo, sin proponerme más que descorrer algunas telarañas que obstaculizan la visión de los hechos.


Cuando el río suena

Es casi imposible que desde 1947 a hoy se hayan mantenido vigentes tantas historias de avistamientos de extrañas naves voladoras si por lo menos un porcentaje de esos sucesos no hubiera sido real.

Por supuesto que deben descartarse infinidad de invenciones de mitómanos ansiosos de fama, así como errores de percepción de honestos individuos que creyeron ver algo diferente de lo que en verdad ocurrió ante sus ojos. Pero este filtro no desmerece, sino todo lo contrario, la confiabilidad de la documentación reunida sobre el fenómeno OVNI por personas de indudable seriedad y prestigio.

Demasiada extensa y sólida la presencia entre nosotros de esa “sensación” general de sospecha que viene preocupando a mucha gente desde hace largo tiempo. Sentimos que nos están deformando la realidad, confundiéndonos adrede para desviar la atención del gran público. Nos tratan como a chiquillos en un kindergarden, pretendiendo conformarnos con golosinas y palabras rebuscadas. Mientras, el mundo continúa procesando noticias que tienen como protagonistas a máquinas voladoras no convencionales aparecidas en diversos puntos del planeta.


¿Existen o no?

Un amigo mío padecía cáncer. Él lo sospechaba, pero su entorno familiar y el equipo médico que lo atendía coincidieron en ocultarle la gravedad de la dolencia. Terminó por aceptar la versión de quienes por cariño le birlaron la verdad, hasta que murió creyéndose sano y con futuro.

A veces las mentiras u ocultamientos pueden evitar males mayores, siempre que la decisión de mentir u ocultar no haya partido de los centros de inteligencia de las grandes potencias, pues en ese caso estaríamos ante intereses oscuros absolutamente enfrentados al bien común.

No puedo probar que haya naves extraterrestres accidentadas en poder de tal o cual potencia, pero hasta ahora esas poderosas naciones tampoco han podido convencernos de lo contrario.


El ministro exige la verdad

Paul Hellyer apela a la sensatez de los gobiernos más poderosos del mundo para que descorran la cortina de ocultamiento que nos separa del conocimiento de la verdad.

Su pedido tiene un claro objetivo humanitario, pues según su parecer sería posible desarrollar, a partir de la investigación y experimentación compartida por los mejores cerebros científicos del planeta, tecnologías similares a las descubiertas y empleadas por los visitantes de otros mundos. Plagios que redundarían, así parece, en beneficio de la población mundial.

El ex ministro menciona la creación de motores y fuentes de energía que no fueran contaminantes, lo que purificaría la atmósfera y detendría el calentamiento global.

“Necesitamos persuadir a los gobiernos para que digan lo que saben. Algunos sospechamos que saben bastante y sería suficiente para salvar nuestro planeta si lo utilizáramos rápidamente”, dijo.


¿Sabremos alguna vez quién tiene razón?

Impresiona y en algunos casos despierta admiración el trabajo que los escépticos desarrollan, tratando de dar por tierra con todas las “historias” de OVNIs y temas similares. Es necesario, saludable y altamente recomendable el aporte de esas personas, pues ayudan a distinguir con más claridad los casos realmente atendibles de los decididamente desechables.

Sin embargo, debo reconocer que a veces el escepticismo se parece más a una religión que a rigor científico, lo que también despierta sospechas sobre el equilibrio de los juicios emitidos. Pasiones, posiciones, convicciones, que descartan de plano otra “verdad” que no sea la propia.

Extremos que al final se tocan, haciéndonos más difícil el camino hacia la certeza...

Luc del Pont

© 2008 Luc del Pont (Versión exclusiva para Nuevo Sol, desde Québec, Canadá)
Traducción y Adaptación: Valeria Genovesi

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