jueves, marzo 13, 2008

PERRADAS DE ARTISTAS


Fotografía de “Natividad”.
En nombre del Arte se cometen todo tipo de “perradas” que no pocas veces, lejos de sensibilizar las mentes y corazones de legos y entendidos, despiertan absurdas adhesiones que ponen en duda la cordura de quienes se dicen intelectuales...

Descaradas, hirientes, desmesuradas ofensas, en perjuicio de símbolos y sentimientos religiosos, con la excusa de la libre expresión artística y bajo la protección y apoyo explícito de ciertas agrupaciones y organizaciones que no se destacan por la práctica de acciones justas y mucho menos respetuosas de los derechos del prójimo, han impactado dolorosamente, más de una vez, en amplios sectores de la comunidad internacional, poniendo en tela de juicio la esencia y propósito de esas “inspiraciones” expuestas en diversas galerías y centros culturales.

Se me antoja que sucede con el Arte algo parecido al mal uso del Nombre y Voluntad de Dios, a Quien se lo menciona como Autor y Coordinador de los peores crímenes en contra de la Humanidad.

Estos pseudoartistas se reclinan contra el marco protector del Arte para propinarnos toda clase de agresiones morales, sin temer, dadas sus “etiquetas” de creadores libres, el condigno castigo que les cabría en ámbitos verdaderamente respetuosos de los derechos de todos.

No sólo los sentimientos religiosos son atacados por estas personas antisociales, sino muchos otros íconos que nos son caros en los países cuyas sociedades se caracterizan por respetar la vida en todas sus formas.

A pesar de las presiones, por lo general ruidosas y violentas, de las minorías que apoyan las “perradas” de estos falsos artistas, la gente se atreve a reaccionar y manifestar su disconformidad. Es lo que ha ocurrido con el “creador” costarricense Guillermo Vargas (Habacuc), a raíz de una aberración cometida por el mismo en una galería de arte en Managua. Para saber más al respecto recurriremos a un artículo publicado el año pasado:


Respeto

Guillermo Vargas Habacuc es un costarricense que dice ser artista. En agosto hizo una exposición en una galería de Managua y, tras atar a un perro a una pared, lo dejó morir de hambre. Según él, esa sádica, bárbara y necia obviedad era una manifestación artística. En Internet pueden verse fotos estremecedoras del pobre animal. La noticia ha llegado ahora hasta mis manos empujada por una campaña internacional de recogida de firmas para evitar que ese matarife acuda en 2008 a la Bienal Centroamericana de Honduras.

El repugnante montaje de Habacuc reabre la cuestión de los límites del arte, o cómo bajo la excusa del hecho artístico se pueden cometer todo tipo de tropelías que en realidad sólo buscan llamar la atención y sólo son puro narcisismo patológico.

Hace dos años, una exposición del Reina Sofía de Madrid incluyó un vídeo de 53 minutos en donde se veía matar a martillazos a una vaca; y lo peor fue que el Consejo de Críticos de Artes Audiovisuales sacó un comunicado en defensa de "la libertad creativa".

Qué triste que, justamente aquellos que deberían estar reflexionando sobre el arte, sobre su sentido y sus fronteras morales, prefirieran abdicar del pensamiento y cultivar el corporativismo y el lugar común.

¿Pero qué demonios es la libertad creativa? ¿Les parecerá creativo matar de hambre a un perro? Y entonces, ¿por qué no hacer arte de atormentar a un niño, por ejemplo? Aterrorizar a un crío durante horas, ¿no revelaría muy creativamente el sustrato referencial del miedo arquetípico y otras mentecateces semejantes?

El caso Habacuc roza una cuestión aún más esencial, una de las fronteras de la civilidad del siglo XXI: la comprensión de nuestra continuidad orgánica con el resto de los animales, y la certidumbre de que no seremos capaces de respetarnos a nosotros mismos si no respetamos a los demás seres vivos (igual que, tras la Revolución Francesa, hubo que aprender que la libertad del hombre sólo se podía conseguir si
también englobaba a la mujer).

Rosa Montero
Periodista y escritora. Colaboradora permanente del diario El País, España.


Inmediatamente, la galería responsable de la muestra salió al cruce de estas versiones y publicó la siguiente...


ACLARACIÓN DE GALERÍA CÓDICE

Managua, 19 de octubre

Galería Códice desde su creación en 1991, ha promovido las artes visuales centroamericanas, pero especialmente las nicaragüenses, tanto en el nivel nacional, como en el regional e internacional. En Códice han expuesto grandes maestros centroamericanos, así como artistas consolidados y emergentes.

Los lenguajes contemporáneos del arte universal también han tenido espacio en Códice, por lo que periódicamente acoge muestras de arte conceptual.

Con ese espíritu, el jueves 16 de agosto recién pasado se presentó Exposición No. 1, del artista costarricense, Guillermo Vargas, conocido artísticamente como HABACUC.

Uno de los trabajos expuestos consistió en presentar a un perro famélico que Habacuc recogió de la calle, y durante la exposición aparecía amarrado con una cuerda de nylon, que a su vez estaba sujeta a otra cuerda que pendía de dos clavos en una esquina de la Galería.

Habacuc nombró al perro “Natividad” en homenaje al nicaragüense Natividad Canda (24 años) quien murió devorado por dos perros Rottweiler en un taller de San José, Costa Rica, la madrugada del jueves 10 de noviembre de 2005.

El perro permaneció en el local tres días, a partir de las 5 de la tarde del miércoles 15 de agosto.

Estuvo suelto todo el tiempo en el patio interior, excepto las 3 horas que duró la muestra, fue alimentado regularmente con comida de perro que el mismo Habucuc trajo.

Sorpresivamente, al amanecer del viernes 17, el perro se escapó pasando por las verjas de hierro de la entrada principal del inmueble, mientras el vigilante nocturno quien acababa de alimentarlo limpiaba la acera exterior del mismo.

La Galería Códice se reserva el derecho de velar por la calidad de los trabajos expuestos, respetando en todo momento la creatividad del artista y jamás ha pretendido ejercer ningún tipo de censura, siempre y cuando no atenten contra los principios elementales de la ética y mucho menos que impliquen la vida de un ser viviente, sea humano o animal.

Yo pensaba quedarme con “Natividad”, pero él prefirió retornar a su propio habitat.

Celebro el que tantas personas en el nivel internacional se hayan mostrado molestas por las declaraciones brindadas por Habacuc, en las que sostenía que su intención era dejar morir al perro de inanición, lo que es de su absoluta responsabilidad.

Al cumplir con informar la verdad de los hechos, espero que todas esas mismas personas hayan elevado también su voz de repudio cuando Natividad Canda fue devorado por los Rottweiler.

Atentamente, Juanita Bermúdez
Directora Galería Códice Managua, Nicaragua


Recurriendo a una palabra utilizada por la Sra. Juanita Bermúdez, yo también “celebro” que la galería no haya sido cómplice de la voluntad criminal del expositor y que el “perro famélico” haya podido escapar de semejante especímen humano, pero de ninguna manera la aclaración releva de responsabilidad a “Guillermo Vargas, conocido artísticamente como HABACUC”.

Me pregunto si la Sra. Juanita Bermúdez pretende, según el último párrafo de su documento, que repudiemos a los perros Rottweiler, a los toros de Miura o a los tigres de Bengala, según los casos, por las muertes que hayan ocasionado a los humanos. O quizás haya querido referirse a la responsabilidad de los amos de esos perros asesinos, lo que no justifica, entonces, la saña vengativa evidenciada por Guillermo Vargas al tomárselas con un inocente perro callejero, cuya única “culpa” era la de estar muerto de hambre...

Mi conclusión es que muchas veces las buenas personas pasan desapercibidas, mientras que los “transgresores”, en realidad inadaptados, ascienden económica y socialmente utilizando como trampolín la perversidad. Por eso dudé antes de entregar este artículo para su publicación, ya que de alguna manera podría estar, sin proponérmelo, alimentando la “fama” de quien debería ser olvidado definitivamente...

Víctor Manuel Vicent

© 2008 Víctor Manuel Vicent (Versión exclusiva para Nuevo Sol, desde Barcelona, España)

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