martes, abril 14, 2009

ECOS DE "ACECHA LA OSCURIDAD"

Muy agradecidos a nuestros amigos lectores por colaborar tan generosamente con sus comentarios, artículos y notas, para el mejoramiento de nuestro blog. Les ofrecemos algunos de los aportes que nos han hecho llegar últimamente...



Con respecto a su artículo, querido hermanito, es duro pero refleja la triste realidad. No imagina qué mal me tiene esta situación, porque veo en el día a día, en personas que eran bellísimas y que nos conocemos de toda la vida, personas de grandes valores, de respeto a las reglas, que convivimos siempre en el mismo barrio, cómo cambiaron en actitudes, palabras y obras. Realmente me tiene muy amargada tanta mezquindad y entonces pienso: si esta gente sencilla, de sanas costumbres y buenas familias cambió tanto.. ¿qué nos espera con tanta mugre que nos rodea?

Francisca Luján
(Argentina)



He leído lo que escribiste y, te digo la verdad, me preocupa bastante y me bajonea mucho. Digo esto porque en tiempos anteriores tenía la esperanza de que había una reserva moral que trabajaba por lo bajo y estaba preparada para asumir el desafío de poner las cosas en su lugar si todo se iba al diablo. Pero en este artículo dejas todo en manos de que los reacios a la autocrítica reaccionen y de que evolucionemos espiritual, intelectual y moralmente. Hermano, estamos en el horno, no veo la menor posibilidad de levantar cabeza. Mi artículo acerca de la desesperanza está más vigente que nunca.

Claudio Santamaría
(Argentina)



En cuanto a que acecha la oscuridad, no es verdad hermano, la oscuridad ya no acecha más, porque hace mucho tiempo se adueñó de las almas de quienes tienen la obligación de dirigirnos. La ruindad de los espíritus es la moneda corriente, y la maledicencia el pan nuestro de cada día. No nos llamemos a engaño, ya no hay nada que nos aceche, todo está producido.

La carencia de principios se enseñorea desde las cunas. Nosotros somos los que nos movemos en las sombras, somos la resistencia oculta que ha de volver a levantar estandartes que nunca debimos permitir que fuesen arriados.

Diariamente debo desenvolverme en este lodo miserable, donde es lo mismo Carnera y San Martín, todo es igual, cualquiera es un ladrón, cualquiera es un señor. Sin embargo no estoy dispuesto a aflojar, peleo a brazo partido con los personalismos y con quienes se arrogan los lauros que otros han sabido cosechar.

Me alienta la esperanza, aunque sea una leve luz al final del túnel, de ir sumando despaciosamente adeptos, cuesta mucho y son pocos, PERO SON.

Mis enervantes pensamientos son estiletazos que manifiesto contra la anomia en que estamos sumergidos, y es el arma con la que hemos emprendido esta lucha desigual, pero ignoro si los mismos son potencialmente aptos para contribuir al resurgimiento que esperanzado reclamas en tu texto, de quienes aún no han caído por completo en el contagio miserable y nefasto en que pretenden sumergirnos.

Ambos sabemos que estos no son "los laureles que supimos conseguir", y aunque las miasmas están muy arriba y enseñoradas en el Ejecutivo, nosotros, desde muy abajo, tenemos la obligación, EL DEBER, de revolver el barro, porque cuanto más abajo comience el despertar, más difícil será detenerlo...

Ricardo Gie
(Argentina)


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